Danzan sobre el tálamo nuestras sombras
al compás del hambre;
sombras de
la brisa que canta
sobre cuerpos tallados,
y hace música y
poesía llenando de gozo
las arquerías que se
descubren entre tanto
mis manos desvisten tu cuerpo y tú me
desciendes a tu
impaciencia entreabierta
que con mi boca
sacio. Y arriba, sobre
el cielo, tus ojos
titilando, y los dos mirándonos,
más con las manos y
al tacto del cuerpo a cuerpo,
ya desnudos, que
hacen que arda el fresco
y nos ofrezca
consuelo el encontrarnos así;
del modo imposible
para no hallar la felicidad
y el arrebato que nos
castigue con escalofríos
trepidantes que nos haga temblar de gozo.
Qué hermoso
es todo esto;
nos estamos empapado
de nosotros
mismos y ninguno de los dos
se quiere dejar secar…
© Ventura Panisse
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